viernes, 25 de junio de 2010

BOCA DE NIÑA



A ti, quienquiera que seas
que me quieres,
cualquiera que sea el viento
que desapacigua tus silencios,
te escribo
sobre la desmedida palidez
de esta orilla
para decirte
que mis sentimientos tienen forma,
que puedes esconderlos
entre tus ropas de invierno
y sacarlos sólo en las noches más frías,
que puedes alquilarlos
a los amantes sin alma,
que puedes cavitarlos con tus besos,
como si quisieras absorberme,
alfombrar tu boca de niña con pétalos
de prodigiosos sueños,
como si alguna vez
hubieras amado la totalidad
de mi cuerpo.


Tal vez conoces un refugio
donde vuelva a encontrar las mariposas
que propagan la luz de primavera,
un lugar donde evadirme de las rachas
de tiempos desnudos,
sin caricias, sin hechizos,
quienquiera que seas
que me quieres,
que haces cometas
de mis manos,
que haces mareas
de mis labios,
que das vida
al oscuro crepúsculo
de mis recuerdos.

sábado, 12 de junio de 2010

LA BAILAORA



Algunas veces el azar sale de caza. Y deja abandonados sus guantes de espinas para rozarte con un dedo níveo. Entonces, comprendes que aquella otra persona no ha aparecido porque sí. Y sientes fiebre. Y deseo. Y ya no quieres que sucedan más cosas sin estar juntos.
Pero ten cuidado cuando te muevas.
Hazlo despacio, muy despacio.
El azar es viejo y sabio y con mucha mala leche.
Le gusta poner espejismos. Ahí, frente a tu calle. Espejismos que saca de tus recuerdos y pinta en otros cuerpos.
Sólo para ver la cara de idiota que pones.




Madrid, antes de la desaparición.
JM estaba a punto de salir del portal cuando casi se dio de bruces con su tío.
-     ¿Dónde vas tan arrebatado, sobrino?
-     Me voy, que he quedado.
-     Pues yo venía a hacerte una visita antes de ir a echar una partida con Pepe El Viagra.
-    ¿Una pardita de Warcraft?
-    Nada de esos endemoniados juegos de internet, una partida de mus, como se ha hecho toda la vida. ¿Y tú a quién vas a ver?
-     A una chica preciosa que he conocido hace poco.
-    Ah. ¿Y tiene nombre esa chica preciosa?
-    Qué más te da. Mira qué te gusta cotillear. Bueno, se llama Piluca. Piluca "La retorsía". Es bailaora.
-    ¿Bailarina o bailaora?
-    Bailaora, bailaora.
-    Pero si a ti no te gusta el flamenco.
-    El flamenco no, pero la bailaora sí. Tiene un cuerpo espectacular.
-    Entiendo.
-    Y además, estoy empezando a cogerle gusto al flamenco.
-    Me hago cargo.
-    Mira, ahí está. Viene ella a recogerme. Es la de ese coche.
Un Mini One  redujo con brusquedad de marcha; el motor rugió con estrépito hasta que el vehículo frenó del todo y quedó estacionado en doble fila. Se abrió la puerta y asomaron unas botas de cuero blancas, luego unas piernas bien esculpidas, unos muslos firmes y  una falda vaquera. La conductora pareció recoger algo del salpicadero y , por fin,  salió afuera. Su rostro era ovalado y de cutis claro; lucía una ondulada melena rubia y sus ojos castaños brillaban con picardía. Hizo una seña con la mano, como invitando a apresurarse.
-    Sí que tiene buen cuerpo, sí –exclamó mi tío, que no había perdido detalle de los movimientos de la chica–. Será por el ejercicio, claro. Y qué ojazos. Aunque un poco delgada;  para cuerpos, los de las mujeres de mis buenos tiempos.
-    Tío, estos son tus tiempos también. ¿O es que no estás vivo? Además, estás hecho un chaval.
-    No exageres, no exageres. Aunque te agradezco el cumplido. La guapura de la familia se la llevaba tu madre, que era clavadita a la Garbo, aunque uno…
-    Deja a mi madre, haz el favor. Vete a echar la partida con Pepe El Viagra, que te estará esperando. Ya te llamo yo y quedamos para comer este fin de semana.
-    Espera un momento, siempre con prisas, que te va a dar algo, hijo. ¿Por qué no me presentas a la moza?
-    Qué pesado eres, venga sí, vamos. Te presento, pero hola y adiós, que luego te enrollas y en cuanto me descuido empiezas a contar tus aventuras en Guinea, ¿o era en alguna batalla de la primera guerra mundial?
-    No te pases de listo. Quiero echar un vistazo de cerca a esa muchacha, la vista me falla con la distancia. Y luego, si no me equivoco, te daré un consejo. Que no seguirás, claro. Pero te lo voy a dar. Te guste o no.
-    Creo que ya la estás liando. Estás haciendo un mundo sólo porque salgo a divertirme un poco. Ves fantasmas donde no los hay.
-    No, sobrino, el que ve fantasmas donde no los hay eres tú.

JM y Piluca se habían conocido en El Kraken. Que ella se entregase con pasión al arte del flamenco, no era obstáculo para que entre sus otras aficiones figurasen el reggae y la música house. Aquella velada se proyectaban en las pantallas gigantes del local videoclips del top ten. La chica rasgaba el contraluz de una pantalla con su perfil sinuoso, como una sombra ondulante bajo un cielo desnudo.
JM no necesitó más. Algo en su instinto profundo le impulsó a abordar a la chica. Y pocos minutos después ambos se guiñaban el uno al otro con sonrisas de terciopelo.

La estampa de Piluca no podía alejarse más del estereotipo de la bailaora flamenca.  Sin embargo, lo que había de inmediato llamado la atención del tío de JM no tenía nada que ver con eso: era la similitud que los rasgos de la chica guardaban con los de Raquel.
Por desgracia, ahí terminaban todas las semejanzas.
Piluca era de forma evidente más joven de lo que hubiera sido Raquel de estar viva.
En contraste con el carácter cálido, compasivo y noble que tantas veces había oído comentar a JM de Raquel, Piluca se mostraba como la otra cara de la moneda: era engreída, superficial e instalada en la firme creencia de que el mundo, y en particular los hombres, estaban hechos para acompañar el ritmo de sus caderas.

La relación entre Piluca y JM estallaría como el choque entre el pedernal y la pólvora en cuestión de poco tiempo. Mientras tanto, la bailaora se sentía seducida por  la compañía de un hombre mayor que ella pero bien parecido, con un físico atlético y tocado por cierto aire de misterio. Además, lo mismo podía llevarla al último local de moda de música techno como a la ópera. Aún recordaba lo que había disfrutado cuando asistieron a la representación de Carmen en el Teatro Real.
Por su parte, JM se hallaba tan encaprichado de ella como un niño de una videoconsola nueva. Su  verdadero corazón estaba lejos, muy lejos, y cada día se distanciaba más hacia las corrientes oscuras donde no hay retorno.

-    Piluca, te presento a mi tío…
-    ¡Qué tal, abuelo!
-    Encantado, señorita, ¿cómo está usted? Yo no tengo nietos, ni hijos. JM es toda mi familia y más que un sobrino es como un  hijo.
-    Ya. Vale, vale. Sí, ya me ha contado “éste”. Cariño –dijo Piluca volviéndose hacia mí y dando de golpe la espalda a mi tío–, ¿nos vamos ya o qué? ¿No me ibas a llevar a ese sitio nuevo?
-    Sí, tienes razón. Te lo prometí. Es un sitio curioso –expliqué, girándome a mi vez para aproximarme a mi tío y así intentar que pasara por alto la grosería de la chica–. A ratos ponen música clásica, sobre todo ópera, y a ratos melodías de heavy metal o, mejor dicho, de metal sinfónico.  El local se llama Wagner.
-    ¡Anda! –terció Piluca interponiéndose entre mi tío y yo–. Ese es el de “El Señor de los Anillos” ….”Mi tesoro” –dijo Piluca imitando al gollum– Jo, qué fuerte.
-    Permítame que le saque de su error, señorita –intervino ahora mi tío, desplazándose para mirar de frente a la bailaora. Aquello comenzaba a parecer una danza de salón–. Wagner es un músico germánico que compuso un ciclo de óperas llamadas “El anillo del nibelungo” , cosa que sin duda usted confunde con "El Señor de los anillos" de la novela de Tolkien, o con la película basada en la novela.
-    Oiga, abuelo, deje ya de rayarme o ¿es que me está llamando tonta? –le espetó Piluca, que no era lista pero si intuitiva.
-    Nada más lejos de mi intención, señorita. Sólo intentaba ilustrar sobre lo que, me temo, es  una carencia cultural relevante.
-    Pues ilustre usted a su señora y si no tiene, a su gato –replicó Piluca, encendida.
-    Mira, tío, si viene por ahí tu amigo Pepe El Viagra –dije, señalando hacia la calle de enfrente en un esfuerzo desesperado para cortar de raíz la bronca.
Piluca siguió mi gesto con la mirada y se fijó en el amigo de mi tío que caminaba despacio pero resuelto hacia nosotros. Se puso los brazos en jarra. Y abrió la boca:
-    ¿Pero qué pasa? ¿Es que esperamos un jodido autobús del INSERSO? ¡Pepe El Viagra! Lo que faltaba: un viejo follador.
-    ¡Cierra la boca, Piluca! –exclamé indignado–. Esa persona es un buen hombre y amigo de mi familia.
-    Señorita, es usted una deslenguada y una insensata –aprovechó para añadir mi tío.
-    Y usted, usted –pugnaba Piluca, roja como un tomate,  por encontrar el insulto más mortífero.
-    Que te calles, nena. Métete en el coche y vámonos. O vete tú sola si quieres.
Piluca se introdujo en el coche y cerró la puerta sin decir palabra. Por fin, sacó la cabeza por la ventanilla y dijo:
-    ¿Vienes o qué, JM?
-    Te llamo mañana, tío. Y no le des importancia a esto. Ya sabes cómo es la gente joven ahora. No es mala intención, es ignorancia.
-    No te preocupes más, sobrino. Ya te daré ese consejo que te he dicho otro día. Ahora, vete ya y pásalo bien.
-    ¿Estás bien? ¿Seguro?
-    Que sí. Márchate. Adiós.
-    Hasta luego, tío. Hasta luego, Pepe.
Pepe El Viagra devolvió el saludo a JM en el  momento en que llegaba a la altura de su tío. Piluca metió la primera marcha y pisó a fondo el acelerador. Los neumáticos chirriaron sobre el asfalto y flotó un olor a goma quemada.

-    ¿Con quién va tu sobrino? –preguntó Pepe.
-    Con el diablo sobre ruedas. No pongas esa cara, Pepe, es una broma. La nueva acompañante de mi sobrino es bailaora.
-    Es muy guapa. Me recuerda a alguien…
-    A Raquel.
-    ¿La Raquel de…?
-    Sí. La Raquel de mi sobrino. ¿Recuerdas que JM te enseñó unas fotos en el ordenador un día que te pasaste por su casa?
-    Sí, ahora que lo dices me acuerdo bien. Yo no quise decir nada por educación, pero se le notaba obsesionado.
-    Mi sobrino es prisionero de sus propias sombras. Las mujeres a las que busca desde que falleció Raquel tienen todas algún parecido con ella. Al menos las que yo conozco o de las que me ha hablado. No se da cuenta de que es una manera de destruirse. Busca el amor y el perdón de un espejismo. ¿Sabes la manía que le ha entrado ahora?
-    No sé; por lo que dices, cualquier cosa.
-    Pone lo primero que se le ocurre en un papel, luego hace con él una pelota y lo guarda en un cajón. Mira lo último que ha escrito –dijo el tío de JM, sacando un papel arrugado de su bolsillo y desplegándolo con cuidado–: "Ella era una figura sola y oscura. Sólo los animales de la noche la vieron llegar."
-    Y eso qué significa.
-    No lo sé, Pepe, no lo sé. Quería preguntárselo, pero, ya ves que iba con prisa. Últimamente lo encuentro todavía más raro que de costumbre. Recibe mensajes de una enigmática mujer que siempre firma con un extraño dibujo. Mi sobrino dice que es una mariposa negra.
-    ¿Una mariposa negra? Oye, perdona que te lo diga, pero como hay confianza... Para mí que tu sobrino está jamao.
-    ¿Jamao?
-    Sí, hombre. Que no anda bien de la azotea, ya sabes.
-    Quita, quita. De loco no tiene nada. Lo que...
-    No si yo quería decir...
-    Mira, Pepe, lo que necesita el pobre es enderezar su vida con una buena chica, con alguien que no tenga nada que ver con Raquel ni con la otra.
-    Ah, sí, la otra, claro. Tienes razón. No me acordaba. La verdad es que tu sobrino nunca ha tenido suerte con las mujeres. Eso y que las mujeres ya no son como las de antes.
-    Yo también suelo decir lo mismo, pero soy consciente de que estoy faltando a la verdad. Y mucho. De hecho, no sé si te he contado algo de las mujeres que mantienen correspondencia con mi sobrino por mediación de la página que tiene en internet. La página se llama "La danza eludible". Un día de estos me tienes que enseñar cómo se pone una página de esas, aunque odie esas máquinas de los cojones.
-    Ya aprenderás a manejar los ordenadores y a construir un blog. Te enseño cuando quieras. Pero ahora háblame de esas damas con las que habla tu sobrino.
-    Oh, he curioseado un poco, sólo un poco. Pero, Pepe, esas damas son algo serio, créeme, de campeonato. Y saben más que los ratones coloraos. Inteligentes donde las haya. Hay una que...
-    Cuenta, cuenta.
 

El tío de JM y Pepe El Viagra tiraron en dirección Gran Vía abajo. La conversación derivó inevitablemente sobre sus años de juventud y de lo que hubieran sido capaces de hacer ahora.
La luz del atardecer bañaba de velos rojizos las calles que desembocaban en  la Plaza de España.
A quinientos quilómetros, una figura alta, delgada, vestida de oscuro, contemplaba el crepúsculo sobre el horizonte del mar. Llevaba puesto un colgante antiguo que reflejaba con tonos sobrenaturales los últimos rayos de sol: una mariposa negra.



Escrito en La Manga un domingo de Junio por el Intimista Secreto.
Escuchando Stereo Love
http://www.youtube.com/watch?v=3d6_5n6u2e4&feature=related

Imagen:
Image Title: The dancer
Artist Name: Jinwoo Lee
Web: http://jjcoolio.cgsociety.org/gallery/

viernes, 4 de junio de 2010

INNOMINATA

      “No mires a los espejos
        que ya no me reflejan.
        Recorre la calle sin nombre
        y susurra a sus oídos de piedra.
        Ella volvió a penetrar en la oscuridad
       para buscarme.”


No era la primera vez que tenía aquel pedazo de papel arrugado con esos versos en mi mano. A primera vista, no tenían el más mínimo sentido y había devuelto el papel al cajón. Hasta aquel instante.
Ahora me invadía el fuerte presentimiento de que mi sobrino JM dejó, a su manera, alguna especie de mensaje.
El intento inicial de seguir pistas que condujesen a su paradero o explicaran su brusca desaparición resultó del todo infructuoso.
 Y no exento de peligro. 

Un día recibí la llamada de un individuo que se identificó como policía. Me invitó a reunirme con él en un domicilio donde, según afirmaba, podían existir indicios de que hubiera pasado por allí mi sobrino. Cuando acudí a la vivienda indicada, el policía me estaba esperando junto a dos compañeros. Sólo el que me había llamado abrió la boca, y fue para preguntarme si  en algún momento JM había hecho mención a un antiguo libro, un  texto escrito en latín que era conocido como “El Libro de los Sollozos”. Ante mi negativa, se mostró entonces interesado en averiguar si yo tenía noticia de que mi sobrino se relacionase con persona o  grupo que se hiciese llamar “La Mariposa Negra”. De nuevo, expresé mi desconocimiento y a ello sumé mi irritación por lo que consideraba un inoportuno interrogatorio. Ya había dado toda clase de explicaciones cuando la policía registró el domicilio de mi sobrino. Y no tenía nada que añadir.
Por lo demás, aquella forzada visita me estaba resultando sospechosa. Nadie me había mostrado algún posible rastro en conexión con JM. Lo único que despertaba mi curiosidad en aquel piso era un gran espejo veneciano que colgaba del salón. Y el motivo no era por su indudable valor, sino por la huella grisácea de una mano en el centro del espejo. De improviso, vino a mi mente un relato terrorífico que había leído en "Más Allá del Laberinto",  el blog de Doña Morgana, uno de los que seguía con pasión JM. Las circunstancias eran muy parecidas a las que yo estaba viviendo en aquel instante pero, según recordaba, en aquel domicilio había sucedido algo terrible.

“No mires a los espejos
que ya no me reflejan.”

Un temor sin aparente fundamento se había ido apoderando de mis frágiles huesos. Aquellos agentes del orden se conducían de una manera inusual y siniestra. Hubiera apostado a que pertenecían a una agencia encubierta o a una peligrosa secta. El caso es que cuando dieron por finalizadas las preguntas y señalaron que podía marcharme, respiré como si hubiese escapado de una terrible amenaza. No recuperé por completo el aliento y la tranquilidad hasta encontrarme rodeado de gente en mitad de la calle.

El encuentro con aquellos extraños policías contribuyó a enfriar mis ansias de seguir las huellas de JM. Pero, de manera definitiva, su inesperada presentación en estas páginas de internet disipó mis últimas intenciones de continuar la búsqueda. No albergo la más mínima duda de que el "Intimista secreto" es JM, mi sobrino. Conozco su forma de expresarse, sus esfuerzos en ocultar la oscuridad que le habita con vanas ironías, su dificultad para expresar sus sentimientos en la vida real, su fascinación por las mujeres que parecen bañadas por la luz de algún misterio.
No sabía dónde se encontraba oculto. Si estaba lejos, en el extranjero, o, tal vez, en ese lugar de la costa que compartió con la mujer que amaba. En cualquier caso, lo importante para mí era que daba signos de encontrarse bien de salud, no más descentrado en lo emocional que de costumbre e incluso más eufórico y menos oscuro.

Pero, a pesar de mis propósitos de dejar transcurrir los asuntos de mi sobrino ─cualesquiera que fuesen─, al releer hoy las enigmáticas frases del pequeño papel, mi curiosidad recobró vigor. Decidí dar otra vuelta por su apartamento después de comer.

Acomodado en una butaca y con un ejemplar de Cumbres Borrascosas de su biblioteca, me quedé adormecido en esa hora de la siesta. JM se sentía seducido por ciertos personajes  femeninos de la literatura y del cine clásico. Además de la novela de Emily Bronte, sabía también que tenía un DVD con la película filmada en 1939 con Merle Oberon de protagonista. Durante mi breve sueño, pasaron imágenes en blanco y negro de la película; tal vez en segundos, se desarrolló la complicada trama que emergía como una matrioska con una tenebrosa revelación tras otra. Al despertar, me sentí dominado por un irresistible impulso que me llevó a entrar de nuevo en el ordenador de mi sobrino y buscar cualquier información que hubiera pasado por alto.



“Recorre la calle sin nombre
 y susurra a sus oídos de piedra.”

Encendí el ordenador y comencé a recorrer una vez más la lista de carpetas, prestando especial atención a aquellas que aún no había revisado.  No tardé mucho en hallar una que captó mi atención:  "Innominata". Sin nombre. "Carpeta sin nombre"...

"Recorre la calle sin nombre"

Abrí la carpeta y de inmediato me solicitó una contraseña, con el siguiente aviso: "Pronuncie las palabras que forman la clave de voz. Tras tres intentos fallidos, se bloqueará el sistema. Si necesita más ayuda, por favor, consulte con el administrador del sistema."

"Si pudiera consultar con el administrador del sistema, no estaría aquí metiéndome en camisa de once varas ─pensé con desesperación─. Ya me gustaría a mí poder hablar con mi sobrino y averiguar a qué se debe tanto misterio."

Por desgracia, las únicas noticias que obtenía de JM radicaban en las respuestas a los comentarios de sus textos; eso que por lo visto llaman post.  Y, para mayor ironía, era yo el encargado de ir colocándolos, con el mejor criterio que Dios me daba a entender. Si al menos sirviese para que JM hiciera caso de las sensatas advertencias que le hacían algunos lectores en sus respuestas. En especial, algunas damas de pluma delicada y sabio discernimiento, a las que, por cierto, me gustaría que la diosa Fortuna me deparase ocasión de saludar con la debida cortesía y merecimiento.

Pero no eran momentos de pensamientos placenteros, sino de acción o, como decía JM, de "desplegar una táctica". Bien, me encontraba ante un reto informático, pero no por ello iba a amilanarme, pues contaba con dos formidables bazas a mi favor: una, que conocía muy bien los gustos de mi sobrino; y la otra, nada menos que la inestimable colaboración de Pepe "El Viagra". Mi amigo había trabajo durante muchos en años en una empresa de ignífugos y revestimientos, lo que era causa de la enfermedad pulmonar que daba un tono azulado a su piel y de lo que, a su vez, derivaba el apodo de "El  Viagra". Tras su prematuro retiro, pasaba largas horas en el ordenador, enganchado ─según él mismo reconocía─ a ciertos videojuegos de culto como Warcraft, donde había llegado a ostentar el rango de brujo de nivel setenta.   Sus conocimientos informáticos hacían que de vez en cuando se comportara de forma un tanto prepotente, pero también era cierto que sin su ayuda no hubiera podido preparar esta página de internet dedicada a mi sobrino y a la que había puesto el nombre de El Intimista Secreto.






-  Esto es como la Cueva de Alí Babá pero en versión digital ─me había comentado Pepe "El Viagra" delante del ordenador de mi sobrino,  una vez puesto en antecedentes─ No es nada del otro mundo, hay mejores formas de proteger datos ─añadió con aires de suficiencia─. ¿Tienes idea de cómo funciona?
- No ─respondí─. Si lo supiera no te habría llamado. Ni si quiera sé de lo que estás hablando.
- Lo primero que tienes que hacer loguearte.
- Para el carro, Pepe, a ver si después de tantos años nos vamos a perder el respeto ─no estaba dispuesto a que continuase con aquellas ínfulas de sabiondo.
- Que no, hombre. Quiero decir que tienes que introducir la contraseña, pero en este caso es una clave de voz. A eso me refería con lo del cuento de Alí Babá; ya sabes: "Abrete  Sésamo"
- Ahora caigo. Pero ¿cuáles son las palabras que tengo que pronunciar? Seguro que no son "Abrete Sésamo".
- La contraseña tienes que conocerla tú. Sólo tienes tres oportunidades para probar antes de que se autobloquee el sistema. Alguna frase favorita de tu sobrino, un trozo de una canción, un refrán, no sé, tuvo que comentarte algo.
- No estoy seguro. En una de nuestras últimas conversaciones me estuvo hablando de un video de esos del "yo tuve"
- Se dice "youtube"
- Pues yo lo digo así, ¿vale, Pepe?
- No te enfades por eso, hombre. Vamos al grano.
- Total, que era de un cantante, Diego "El Cigala", creo recordar, que ponía voz a la letra del pasodoble "Suspiros de España". Mi sobrino recordaba que mi hermana, su madre, solía tatarear esa canción cuando él era muy pequeño.
- ¿Te acuerdas de la canción?
- Naturalmente. Yo no entenderé de ordenadores pero de buena música...
- Empieza a hablar cuando yo te lo diga ─me advirtió Pepe "El Viagra" manipulando las teclas del aparato─. Acércate a ese punto negro debajo del marco de la pantalla: es el micrófono. Y no hace falta que te pongas a cantar, por Dios, que te conozco; basta con que pronuncies despacio la letra de la canción. ¿Listo? Ya.
 - Allá voy:
"Quiso Dios, con su poder
fundir cuatro rayitos de sol
y hacer con ellos una mujer."
- "Contraseña incorrecta. Quedan dos intentos antes del bloqueo del sistema." ─replicó la máquina con un sonido entre una voz de persona con fuerte resfriado de nariz y el balido de una cabra.
- Tiene que ser otra cosa ─reflexioné en voz alta─. Algo muy personal. Ya sé: los primeros versos que escribió para Raquel cuando se conocieron. Me dolía la cabeza de tanto oírselos. Vamos a probar.
- ¿Seguro?
- Seguro, Pepe.
- Ya. Ya puedes hablar.
-  "A ti, quienquiera que seas
    que me quieres,
           cualquiera que sea el viento
           que desapacigua tus silencios,
           te..."
- "Contraseña incorrecta. Queda un intento antes del bloqueo del sistema." ─se regodeó la máquina de los cojones. Empezaba a ponerme nervioso y me sudaban las palmas de las manos.
- Ya sólo nos queda un intento. ¿Tanto merece la pena lo que hay en esa carpeta?
- Y yo qué coño sé -contesté malhumorado.
- Si me aceptas el consejo, yo de ti lo dejaría. Estás comenzando a decir tacos. Eso no es raro en tu sobrino, pero tú nunca dices palabrotas a no ser que estés a punto de explotar.
- Otra cosa; tengo que pensar en otra cosa. Algo que sea evidente; que tenga delante de mis narices.
- Pues en esta mesa no veo nada aparte del ordenador y de unos cuantos DVD.
- ¿DVD? Déjame ver: "Cumbres Borrascosas". Umm, podría ser, pero, no,no, es este otro: "Rebecca". ¡Claro! ¿Cómo no se me había ocurrido antes?
- ¿Qué es lo que no se te había ocurrido?
- La obsesión de mi sobrino por Raquel es comparable al culto por Rebecca en la novela gótica que Hitchcock llevó al cine. JM la habrá visto decenas de veces. Y siempre dice que el papel que interpretaba Joan Fontaine debería haberlo hecho Vivien Leigh. Es un autentico fan de esa actriz. Pero volvamos a esta pista. ¿Recuerdas cómo comenzaba la película?
- Creo que con algo de la mansión, con la protagonista hablando de aquella mansión maldita donde había habitado Rebbeca.
- Exacto. Prepara la máquina.
- Lo que tú digas. Es la última oportunidad. Cuando quieras...
- " Anoche soñé que había vuelto a Manderley."

"Pi, pi, pi. Contraseña correcta".
- La madre que...─exclamo Pepe "El Viagra", atónito.
- Lo sabía.
- Vamos a cotillear lo que hay dentro ─se apresuró a decir mi amigo.
- Eh, espera. Son cosas personales de mi sobrino.
- Para mí es como si fuese también de mi familia.
- Está bien, Pepe. Además no termino de entender estos cacharos.
- Ordenadores.
- Máquinas de los cojones.
- Tranquilízate. Mira: se ha abierto la carpeta y dentro hay una serie de subcarpetas con nombres curiosos.
- ¿Curiosos? Espera que me ponga las gafas.
- Ya te lo leo yo: "El Libro de los Sollozos" "Crónicas de la Mariposa Negra" "The World of Ancient Persia" "Los jacarazzis: el mito de las bestias semihumanas"
- Abre una carpeta. "El Libro de los Sollozos", por ejemplo. Creo que hay algunas personas interesadas en ese viejo volumen.
-Lo que tú mandes  ─dijo Pepe "El Viagra" seleccionado el archivo y pulsando la tecla enter.
De repente, se escuchó el ruido de un chisporroteo y todo se quedó a oscuras. Una intensa fragancia a violetas invadió la estancia.
- Se ha ido la luz ─acerté a balbucir.
- Y me parece que no estamos solos, viejo amigo.
Poseído de nuevo por un temor irracional, golpearon dentro de mi cabeza los dos últimos  versos que JM había escrito en aquel pequeño pedazo de papel arrugado:
"Ella volvió a penetrar en la oscuridad
para buscarme.”