sábado, 29 de enero de 2011

DEJA VU (1ª PARTE)


Fuera caía agua nieve en la oscuridad amarillenta de las calles. Dentro del Kraken Bar la temperatura era agradable y sonaba una canción de Shakira: "Loca". 

"Yo soy loca con mi tigre
Loca, Loca, Loca."


El ambiente era festivo y alocado, de sábado a primeros de mes. Pero, apoyado en una columna, con un vaso de Moskovskaya en la mano, yo estaba lejos de sentirme bien. Alguno de los responsables del local había tenido la brillante idea de decorar las paredes, de tonos caoba, con dibujos de mariposas negras. Aquellas figuras contribuían a aumentar mi desasosiego sin que tuviera ninguna justificación racional.  Hice un esfuerzo y me negué a permitir que unas cuantos adornitos me causaran malestar y me dijeran “go home, JM”. Fijé la mirada en objetos conocidos: en las pequeñas mesas redondas, en las velas púrpuras y blancas, en la minifalda de Cristina ─la camarera más veterana─; todas esos pequeños detalles que  convertían al Kraken en un lugar donde me encontraba tan a gusto como en el salón de mi casa. Es un decir.


-    Oye, perdona.


Me giré hacia el lugar de donde provenía la voz, preguntándome aún si antes de salir de casa había dejado bien guardados en un cajón mis recuerdos oscuros. Tomé conciencia de que en ese momento estaba sonando  el ritmo electrónico fuerte y envolvente de Alan Masters y de que una atractiva mujer se hallaba plantada a mi lado. Justo en ese orden.


La mujer sonrió y puso cara de esperar una respuesta con paciencia, como quien se dirige a un niño no muy espabilado.


-    Sí, dime –respondí por fin, saltando de mi aturdimiento.
-    ¿Te importaría si me hago una foto contigo? 


La mujer andaría por los treinta y mucho pico de años. Tenía unos bonitos ojos que chispeaban con las luces giratorias del Kraken. Llevaba un vestido claro, ajustado y corto, que se adaptaba bien y sacaba partido a su anatomía. El escote era, alabado sea el Señor, generoso, y el espacio entre la falda y  las botas de cuero por encima de las rodillas permitía contemplar unos muslos que eran merecedores de un examen más detenido. Parecía simpática y de su mano colgaba una pequeña máquina de fotos.


-    Creo que te has confundido de persona, yo no salgo en el programa de Gran Hermano ni nada por el estilo.
-    No me he confundido. Tú eres la persona con más cara de aburrido de todo el bar.
-    No me digas.
-    Sí. ¿Te aburres?
-    No, no. Vengo aquí a pasar el rato, a desconectar un poco, nada.
-    Desconectar, ya. A todos nos viene bien desconectar. ¿Cómo te llamas?
-    JM
-    ¿Cómo dices?
-    JM.
-     Ah, yo me llamo Yolanda.
-    Bonito nombre –dije, al tiempo que acompañábamos la presentación con un par de recíprocos besos en las mejillas.

Entonces recordé. Nada más entrar en el local, me había fijado en ella, en su falda corta y estrecha, en sus botas altas y en el movimiento insinuante de sus caderas mientras bailaba en la pista. Iba acompañada de cuatro o cinco mujeres más de distintas edades y de otros tantos hombres. “Seguramente una salida para celebrar algo” –reflexioné.


-    ¿Bueno, nos hacemos la foto o qué?
-    Vale, ¿pero quién maneja la máquina? ¿Has venido sola? ─pregunté para sondear la situación.
-    No. Estoy con un grupo de compañeros del trabajo. Nos hemos reunido aquí para celebrar el cumpleaños de una amiga.


Yolanda levantó la mano, hizo una seña al grupo que estaba bailando y enseguida se acercó una chica. Tomó la máquina de fotos y nos indicó que nos juntáramos.  Obediente, pasé un brazo por los hombros de Yolanda y ella me respondió pasando su brazo por mi cintura. Tan normal. Con ese gesto, ella me había introducido en el grupo.  Aposté a que ya tenía asegurado la compañía. Y algo más, a poco que me esforzara. “A piece of cake”, "pan comido".


Me sumé al grupo cumpleañero y me dejé contagiar por sus ganas de bailar y de reír, no importa lo que sonara, no importa de qué se riera uno.


Una chica del grupo, morenita y menuda, probablemente la festejada, pidió chupitos de tequila para todos. Yolanda me acercó el pequeño vaso y un trocito de limón. Cogió un salero, se echó sal en el dorso de la mano y con un ademán me animó a lamer la sal. Pasé la lengua por la piel de su mano sin apartar mis ojos de los de ella, tomé el tequila de un sorbo y le pegué un mordisco al trozo de limón. 


Justo el tipo de juegos que me pone como una moto.


Pasamos otro buen rato con el mismo tipo de jugueteos con doble sentido. Sin necesidad de rompernos la garganta contándonos historias por encima del volumen de la música, nos estábamos diciendo con el lenguaje de nuestros cuerpos que podíamos irnos juntos a la cama. Siempre he creído que los bares de copas no son los mejores lugares para organizar tertulias.


La música ese día no acompañaba mucho, DJ Kalimocho ─mi amigo Héctor, el DJ del Kraken─, estaba pinchando una sucesión de vinilos de música minimal que para nada contribuían al acercamiento físico.


-    Le voy a pegar un tiro a ese DJ ─dijo Yolanda, poniendo la mano de forma que simulaba una pistola y apuntando al infortunado Héctor.
-    La verdad es que el DJ es bueno –aseguré, defendiendo a mi amigo─, pero hay veces en que se pasa tres pueblos con lo  último en música electrónica.
-    Pues podía ponerlo en su casa. Esto no hay quien lo baile ─sentenció, cesando en su intento de pillarle el paso a las cadencias del minimal.
-    Si quieres podemos cambiar de sitio ─propuse, viendo la oportunidad de de separar a Yolanda del grupo─.  Les podemos decir a tus amigos dónde estamos y que se reúnan con nosotros más tarde. Conozco un nuevo local con una música fantástica para bailar sin que se le disloquen a uno las articulaciones.
-    ¿Cómo se llama ese sitio?
-     Luna Morena.
-    No he estado allí. ¿Y si es un petardo?
-    ¿Qué pasa, no te fías de mi?
-    ¿Debería?
-    Deberías. Si el ambiente del Luna está chungo, podemos ir a mi casa, allí sí que te puedo asegurar que hay buena música.


Yolanda me miró durante unos instantes, y me tocó en el pecho con el cuello de la botella de Coronita que tenía en la mano.


-    Ja ─profirió Yolanda.
-  ¿Qué significa "ja"? ¿Que nos vamos o no?
-    Significa que pareces más tímido de lo que eres. Eres un poco buitre.
-    ¿Por qué? Estaba bromeando ─me apresuré a decir, pensando que había ido demasiado aprisa─. Vamos al Luna Morena y después ya veremos, podemos ir a tomar chocolate con churros.
-    Me fiaré de ti. Tienes cara de buena persona. Aunque apostaría a que has estado metido en algunos líos.
-    Venga, apaga la bola de cristal. Soy un buen tío. Punto. Mejor dicho, punto y parte: nos largamos.
-    Un momento, voy a decirle a mis compañeros que nos vamos. ¿En qué calle está ese local?
-    En Marqués de la Ensenada. Si cogen un posavasos del Kraken, está la dirección del sitio, los dos locales son del mismo dueño.
-    Vale. Voy a despedirme y a coger mi abrigo.
-    Bien. Te espero fuera, en la puerta.


Yolanda apuró de un golpe el resto de cerveza que le quedaba, dejó la botella en la barra y se marchó hacia donde estaban bailando sus amigos.






ALAN MASTER T - TAKING THE WAY (OFFICIAL VIDEO)
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sábado, 22 de enero de 2011

RENAISSANCE



No hay falta de iluminación dentro del restaurante Bonsoir Clara de Bruselas, pero las pupilas de JM están dilatadas como ventanales que asomasen a otros mundos invisibles para el resto del público. Hace dos días que finalizaron sus reuniones en el Cuartel General de la OTAN pero todavía permanece en Bélgica. Ahora, sentado en la mesa más apartada del restaurante y con las manos descansando a ambos lados de un plato de cous cous,  que no ha tocado, su aspecto es el de una persona que ha abandonado su cuerpo para dar un paseo por lugares donde cualquier referencia física carece de sentido.

Algo, alguien, le llama con una voz que no se transmite por el aire. Primero, escucha como el batir de las alas de un millón de insectos, ese es el comienzo de la anomalía; y después, la voz, extraña pero no desconocida. No es la voz de Raquel, no son sus palabras levantándose desde las arenas de los recuerdos. El sonido de esa voz en su mente evoca sensaciones de ternura y de paz;  presagia una forma de amar arcana, iniciática; pero también le empapa con la ceguera de una húmeda oscuridad.


En esa oscuridad, sus pensamientos le trasladan al día anterior, cuando descubrió a una enigmática mujer en la basílica de la Santa Sangre, en Brujas, a solo una hora de viaje desde Bruselas. Arrodillada en un reclinatorio,  vestía una larga capa de seda azul oscuro rematada con una capucha que escondía sus facciones; se hubiera dicho que se trataba del fantasma de una aristocrática dama del  Renacimiento. En aquel instante, un irrefrenable impulso se apoderó de él: deseaba contemplar con todas sus fuerzas su rostro. Sin reparar en lo precipitado de su conducta, se aproximó a la mujer encapuchada; sentía el calor de su mirada oculta, la proximidad de su piel que adivinaba como un tacto íntimo que hubiese olvidado. Mezclada con el olor a cera de las velas, flotaba bajo las bóvedas de la basílica una débil fragancia a violetas. 


A un paso de su presencia, ella inclinó un poco más la cabeza y alargó una mano; una mano pálida con los dedos cerrados y con un  anillo en uno de ellos. Y en el anillo, un emblema que tomaba la forma de una mariposa negra. El gesto detuvo a JM en seco, con el efecto de retornarle al espesor de la realidad. Sin embargo, la acción de la mujer no pretendía rechazarle sino que colocó la mano hacia arriba y abrió los dedos: sobre la palma sostenía un pequeño objeto circular, una moneda antigua, en realidad.


La mano abierta se mantuvo extendida, aguardando. 


JM, tomó finalmente el objeto con la punta de los dedos, como si temiera que el contacto con la piel de la otra mano lo abrasara.


Fue a decir algo, pero en ese instante, en medio de aquella insólita situación, sonó el teléfono móvil.


“¡Máldita sea!” –profirió JM.


Se dirigió hacia la protección de una esquina, buscó el teléfono en el bolsillo y de inmediato accionó el botón de interrupción de la llamada. Miró el remitente de la llamada en la pantalla y observó que correspondía a “Tío”. 


“¿Qué cojones querrá mi tío para llamarme en este preciso momento?” –se preguntó, irritado.


Cuando volvió a mirar hacia el sitio donde se encontraba la mujer, lo encontró vacío.


Desaparecida.


De regreso a Bruselas, localizó a un numismático, quien le dijo que con total seguridad la moneda era un fiorino d'oro, un florín de oro medieval con el escudo de los Medici. Un tesoro. Y totalmente auténtico.


Esa no era la única reflexión que abstraía ahora a JM, sentado en la mesa de Bonsoire Clara, y le confería el aspecto de estar contemplando alucinaciones.


También meditaba sobre lo que le había dicho su tío cuando le devolvió la llamada más tarde en Brujas: no esperaba que durase tanto su viaje; tenía que contarle que el fin de semana pasado una mujer había entrado en su apartamento, la mujer con quien se escribía correos electrónicos de tarde en tarde. 


La mujer de la mariposa negra. 



'In the Dark' JoJo Official Video

miércoles, 12 de enero de 2011

SUEÑO CON UNA LUZ DE HIELO


Sueño con una luz de hielo
donde tu rostro se ha convertido en un misterio
rodeado de desiertos blancos,
en la hondura más profunda que humea la ausencia.

Te quiero,
pero tus oídos sólo escuchan a las criaturas de la niebla
y  mis palabras quedan apresadas en los túneles
donde las almas son pesadas.

La visión de todo lo que no vivimos
flota en el espacio de mi cuarto
y pavimenta el aire con plumas de cuervo.
Sobre el lecho, mis sentidos brillan como cristales
sometidos a gestos que se fugaron hace tiempo
contigo.

Te quiero,
pero mis voces son cantos extraños
donde habitas.





Isabelle Boulay - Parle-Moi (HD)
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miércoles, 5 de enero de 2011

SANDBOX


Mis ojos sobre los recuerdos contemplan rostros que no existen, y mis dedos  tocan un vacío que duele como hielo.
Esa era mi rutina de todos los días: hundir mis pensamientos en caminos oscuros. Mis secretos se transformaron en palabras arrugadas hasta el día en que alguien me dijo: "Escribe, escribe, o estás muerto, muerto en tus caminos oscuros donde nadie se detendrá  para mirarte."


- No quiero que me mire nadie. No quiero hablar con nadie. Excepto contigo.
- Porque sabes que nunca te pediré nada  ─explicó con cansancio la voz desde el otro lado del mar─. Pero yo me alejaré de ti tarde o temprano y entonces sí que estarás solo.
- No me dejes ─supliqué.
- Ámame.
- No puedo amarte.
- Entonces, adiós.
- Espera, ¿cómo puedo sacar la sal negra de mis sueños,  cómo puedo poner bajo la luz los sentimientos encerrados en una tumba?
- Construye una caja de arena.


Sandbox  ─"caja de arena", en inglés─ puede significar:
- Un entorno virtual creado por el ordenador que permite ensayar  el software que se desee sin riesgo de dañar al sistema real.
- Una técnica psicológica para aflorar mundos internos. En una caja que contiene arena seca, el individuo da libertad a su imaginación creando diversas formas.


Sandbox

 
En un blog, cada cual puede construir su propia caja de arena  y moldear formas con palabras; moldear sentimientos, opiniones, lamentos, fantasías, ficciones. Habrá quien ponga vestido de limpio a ciertos personajes de la vida pública. Habrá quién escriba sus relatos de ficción en los que puede a su vez vivir todos los  mundos posibles. Habrá quien hable de amor, de un amor inaccesible o de un amor traicionero. Y quien vierta en el papel electrónico todas las ensoñaciones húmedas que no aparenta desear en la vida real.


Pero todo en un entorno seguro. O casi.


Muchos, la mayoría, son sinceros. Hablan de lo que realmente sienten. Y se permiten amplificar emociones de simpatía, de afecto, de deseo, entre unos y otros. Cosa que en el mundo de a pie ni de lejos se atreverían.
Es una población anónima, donde en lugar de nombres hay apodos, donde en lugar de personas hay avatares, donde a veces incluso se sospecha que al final del final no haya nadie.


Sandbox

 
En la playa, hay atardeceres extraños durante el invierno. Hay ocasiones en que parece que la luz agónica no va  a ceder nunca a la oscuridad. La niebla espera en el horizonte, los grumos grises se confunden con islas que nunca han existido. Sentado frente al ordenador, levanto ambas manos y me froto las sienes, como si con ese acto reflejo se disolvieran los fantasmas que, al igual que la niebla, aguardan su regreso en el horizonte. 

El Windows Media Player reproduce un tema de DJ Tiesto con Nelly Furtado:
"Who wants to be alone"
Sí. ¿Quién quiere estar solo?


"...con esta luna en el cielo
¿quién quiere estar solo?"


Vence la oscuridad y entra en la habitación, entra en todo, empujando con sus labios hinchados.
Pero también se infiltra un olor a violetas. Y sonrío. Seguiré escribiendo.


Sandbox


A veces, en la "caja de arena" sucede lo inesperado y una silueta en toda esta maquinaria del mundo virtual  resulta ser tu molde transparente. Bingo. Has encontrado tu amor, tu alma gemela. No os riais. Un amigo de un amigo de un amigo me juró que había conocido un caso.
Me quedo con los versos de Rilke, con el universo de la poesía donde manejo mis sueños a mi antojo:
"Y de tarde en tarde,
un elefante blanco"


De tarde, en tarde, encuentras lo que has buscado, ciego, desesperado.
 O lo que has perdido.


"Todo vuelve. Con distintas formas. Todo regresa" ─me dijo en Afganistán un mullah, un hombre santo, a quién había salvado el pellejo.


No sé si hay elefantes blancos, no sé si algo vuelve o no vuelve nada, si somos un segundo en el crepúsculo, en la memoria única "pour la fin du temps".
Pero en mi Sandbox puedo hacer que el tiempo sea una mancha en la pared, que el silencio sea un perfume frío. Puedo decirte que te quiero con una voz distinta cada día.


Sandbox
La Manga, al anochecer,  5 de Enero de 2011. Suena buena música house de DJ Tiesto, uno de los mejores del mundo. La taza con té turco de manzana está ya vacía.






Tiësto feat. Nelly Furtado - Who Wants To Be Alone
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