Esta noche se ha hecho para amarte,
para que las sombras de la luna de invierno
que flotan sobre el vapor de tu cuerpo
vuelvan una y otra vez
cuando te hayas alejado de mi vida.
Estaré solo, con mi corazón de viento
persiguiendo otras torres de fuego
como tus labios,
mientras los espectros de la niebla confusa
salen desnudos de los sueños.
Te cuesta tanto entregarte
-me dices-.
Es difícil conocer
qué cielos de deseo recorren
nuestras miradas,
si la noche es solo nuestra
o de otras orillas de plata,
si somos solo piel imaginaria
para dedos que pasan como viajeros
malditos.